Decantador de vino: ¿por qué decantamos el vino?

Es posible que alguna vez hayas visto a alguien en una comida familiar o en un restaurante verter el vino sobre un objeto que no sabías muy bien para qué sirve antes de consumirlo. Pues bien, en este artículo pondremos la solución definitiva a esa gran duda que no te dejaba dormir.

Un decantador. Ese es el nombre que recibe este extraño artilugio de formas variables. Los decantadores permiten oxigenar los caldos de uva para recuperar sus propiedades originales y separar los restos sólidos que pudiesen formar parte de él. No debe confundirse un decantador con un escanciador. En el segundo caso, estaríamos refiriéndonos a un objeto que tiene funciones similares en relación con la sidra o a la persona que lo emplea. En el caso de los decantadores, nos estaremos refiriendo, principalmente, al vino.

¿Para qué sirve un decantador de vino?

Las funciones de un decantador de vino son, principalmente, cuatro.

En primer lugar y, por tanto, principal, tiene la función de airear el vino. Con ello recuperaremos las notas de sabor originales y reduciremos los aromas que pueda general el propio proceso de envejecimiento del vino en un espacio sellado, como el aroma a humedad. Al decantar el vino acabaremos en buena medida con estos conocidos como “aromas de reducción”.

En segundo lugar, pero no menos importante, está vinculado directamente a su primera función, y es oxigenar el vino. Tras largo tiempo en ausencia de oxígeno, muchos de los aromas naturales del caldo se pueden reducir demasiado. En circunstancias normales, sin decantador, un caldo en botella requiere de entre treinta y cuarenta y cinco minutos para recuperar esas notas características. En cambio, al emplearlo, reducimos drásticamente ese espacio de tiempo.

La tercera finalidad de usar un decantador es separar los residuos sólidos que pudiesen haberse producido por sedimentación en el interior de la botella, quedando un vino más ligero y uniforme.

Por último, y como consecuencia de las anteriores, la función de un decantador de vino es reducir el tiempo de espera para poder consumirlo en sus mejores condiciones.

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¿Cómo es un decantador de vino?

Generalmente, un decantador de vino tiene forma de vasija de cristal, cuya base es sustancialmente más ancha que su boca. Esta singular forma permite que el vino entre en contacto con una mayor superficie de aire y facilita la sedimentación de los posos que pudiesen quedar en los vinos más viejos. Existen decantadores de multitud de formas y tamaños que han ido derivando de la que probablemente le dio origen: el ánfora romana. A continuación, te resumiremos los principales y más comunes, que se diferencian principalmente por el grado de oxigenación que aportan al vino.

¿Qué tipos de decantadores hay?

Podríamos dividir los decantadores en dos grupos fundamentales: los de máxima oxigenación y los de mínima oxigenación.

Decantadores de máxima oxigenación: son aquellos que por la especial anchura de su boca y la forma de sus paredes permiten una mayor oxigenación del vino al caer abruptamente sobre su fondo. Al producirse este choque decimos que el vino “se rompe”, es decir, que entre las moléculas que lo conforman se introduce una mayor cantidad de átomos de oxígeno. Al ocurrir esto, se eliminan en buena medida esos aromas de reducción de los que te hablábamos antes. Este tipo de decantador lo utilizaremos sobre todo para devolver a la vida a los vinos más viejos que, por sus largos períodos de maduración, pueden adquirir más fácilmente esos aromas a cerrazón y humedad.

Decantadores de mínima oxigenación: en este caso, se trata de conseguir que el vino “rompa” lo menos posible. Para ello, una boca mucho más estrecha y una caída menos pronunciada de sus paredes permitirán que el caldo caiga de forma más suave en su interior. En este caso, su principal función no es tanto la de oxigenar el vino como la de eliminar los posos con los que pudiese contar. Lo emplearemos, por tanto, con vinos más jóvenes o sin filtrar que no requieran de una oxigenación extraordinaria, al no haber permanecido tanto tiempo embotellados.

¿Qué más necesito para decantar vino?

Aunque quien va a realiza la función de airear, oxigenar y purificar el vino será, propiamente, el decantador, para emplear éste correctamente requeriremos de la ayuda de algunas herramientas más: la vela y el embudo.

La vela: no, no se trata de una gran tela que impulse los barcos ni de otro artilugio más que debamos conocer. Nos referimos a una vela incandescente normal y corriente, de las que soplamos en los cumpleaños o buscamos a tientas cuando se va la luz. En el proceso de decantado del vino, colocar una vela bajo la botella que queremos decantar en el momento de verter su contenido, nos permitirá ver mejor en su interior, lo que nos facilitará la tarea de ver cuándo se acerca el sedimento al cuello de a botella para dejar de verter su contenido en el decantador.

El embudo: existen principalmente dos tipos, el de aireación y el de decantación. Los primeros cuentan con unas estrías a lo largo de su caño que impulsan al vino hacia las paredes del decantador, aumentando su “rotura” y, por tanto, oxigenación. Los segundos poseen un caño más inclinado y un filtro, esto permite reducir la “rotura” de los vinos y contener algún sedimento que, aun empleando la vela, pueda habérsenos pasado.

Escanciador de vino ¿es correcto?

Por último, es necesario comentar que mucha gente habla de escanciar el vino. Esto supone verter el vino en un vaso bajo y ancho desde una altura suficiente para que al caer en el recipiente llegue oxigenado y con mejores propiedades. No obstante, esto es un error, pues esta práctica es más apropiada para otras bebidas como la sidra, la cual es típica, precisamente, por servirse escanciada. Así que recuerda, si lo que quieres tomar es un buen vino, este deberá estar decantado, no escanciado.

No te lo pienses y aprovecha mejor el sabor y las características del vino con la técnica del decantado.

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