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Puede que la gastronomía española esté más asociada al vino tinto, el sabor más representativo de nuestra tierra serrana y, sin embargo, nunca faltan las gustosas variedades de otros caldos como el blanco o el rosado. En concreto, este último es más fino en el paladar y acompasa con elegancia gran variedad de comidas o aperitivos más ligeros que los que admite un buen tinto. Por eso es habitual pedirlo con mariscos, pescados, quesos blancos o ensaladas. Y hay veces en las que puede más la costumbre o el desconocimiento y se pide un clarete como si este fuese un vino rosado. Sin embargo, no se trata del mismo tipo de brebaje. Ambos tienen sus características particulares, así que ahondemos en las diferencias y similitudes entre un vino rosado y un clarete para poder discernirlos claramente.
Historia del clarete: Por qué hay dudas para diferenciarlo con un rosado
Antes de entrar en materia, hablemos de un poco de historia para conocer el origen de esta popular confusión. Concretamente, nos situamos en las zonas de La Rioja, Valladolid y León, donde sus principales denominaciones de origen toman protagonismo. La D.O. Rioja, la D.O. Cigales y la D.O. Tierra de León, respectivamente, son regiones en las que había mayor producción de clarete. Sobre todo en las dos últimas.
En La Rioja se comenzó a llamar “Claretes” a los vinos tintos crianza o reserva que, por envejecimiento, perdían intensidad en su color. Esta nomenclatura se adoptó copiando el nombre del vino tinto pálido de Bordeaux, Francia, conocido como “Claret”. Al adoptar dichos vinos envejecidos un color “rosado”, popularmente se terminó por confundir la variedad de vino rosado con los vinos tintos pálidos y, finalmente, con el clarete propiamente dicho debido a esa traducción. Tal fue la expansión de esta práctica que llegaron a etiquetarse añadas enteras como “Clarete” cuando no lo eran. No obstante, los maestros bodegueros corrigieron su error y hoy en día esto ya no sucede. A pesar de todo, el legado de esta confusión es que en La Rioja es habitual escuchar a alguien pidiendo un clarete cuando lo que pide, en realidad, es un rosado.
A unos cuantos kilómetros de allí, en León y Valladolid, sin embargo, sí se hacía mucho clarete. De hecho, la D.O. Cigales fue la más renombrada en la elaboración de este vino durante muchos años. Su clarete llegó a tal nivel de popularidad que la gente lo prefería al rosado. Pero el tiempo pasa y hoy en día ya no se fabrican claretes, pues la práctica ha quedado desplazada por vinos como el rosado y el blanco. Pero la memoria cultural aún mantiene vivo el nombre del clarete, por eso, aunque sea tierra de algunos de los mejores rosados del mundo, se les sigue llamando de forma errónea en hogares, bares, tabernas y restaurantes.
Similitudes entre un vino rosado y un clarete
Realmente la única similitud que tienen un rosado y un clarete entre sí es su color. El tono rojo claro que poseen ambos da lugar a la mayoría de confusiones. También es posible, para un paladar inexperto, encontrar similitudes en el sabor, aunque la elaboración de ambos vinos es tan distinta que cualquier persona con algo de olfato para el vino sabría diferenciarlos claramente.
Diferencias entre el clarete y el rosado
Ahora bien ¿cuál es la gran diferencia entre estos vinos? Como no, su elaboración.
Por un lado, el vino rosado se prepara mediante un sangrado del depósito. Esta práctica consiste en eliminar la piel y los restos de uva para que fermente solo el mosto. Se trata de la misma práctica que se sigue con el vino blanco. El tiempo que la piel de la uva está en contacto con el mosto y la cantidad de uva blanca y negra utilizada afectarán al color del vino rosado, haciéndolo más o menos intenso en el color. En resumen, el vino rosado es aquel que ha macerado con la piel de la uva que después ha sido “sangrada”.
Por otro lado, el clarete sigue un proceso distinto. Aunque su aspecto es rosado, su elaboración es similar a la del vino tinto. La legislación obliga a que un clarete contenga un mínimo del 25% de uvas tintas. De estas uvas se extraerá mosto tinto, que se añadirá a un depósito con sus pieles. Además, también se elaborará mosto blanco sin pieles que se añadirá al mismo depósito. De este modo, el mosto tinto y blanco macerarán con pieles tintas. De hecho, hay quien dice que el clarete es un vino tinto que ha sido elaborado con mucha uva blanca.
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¿Es el vino clarete de peor calidad que el rosado?
Aunque hay mucho debate al respecto, no hay que dejarse engañar. No es extraño escuchar que hasta está prohibido elaborar clarete hoy en día. También hay puristas que consideran que mezclar mosto tinto y blanco da peor resultado. Nada más lejos de la realidad.
Lo que sucede es que, dada la confusión que hay a la hora de llamar a un rosado como un clarete, la Unión Europea prohibió que se pudiese llamar clarete al rosado. Este dato curioso fue de boca en boca, exagerándose poco a poco hasta crear el mito de que fabricar clarete está prohibido.
Es por eso que el clarete ganó mala fama, pero se considera un vino igual de valido que cualquier otro. Además, tiene unas características que lo diferencian del resto. Su bello color es muy ligero, resulta tan delicado como el vino blanco aunque puede ser tan robusto como el tinto y en la boca y la nariz posee cualidades frutales muy vibrantes.